domingo, 23 de febrero de 2014

Embrujo Jónico







Autor:Tassilon-Stavros






***********************************************************************************

EMBRUJO JÓNICO



***********************************************************************************

Cuando ya la brisa se tiende sobre la columna tostada de mi isla, se va mi Jónico con una melodía afanosa hacia el ocaso. Es su repetida perpetuidad del azul que se pierde en la música del mundo. ¡Qué voluptuoso linaje multicolor entre densidades púrpuras y cárdenas!... Jónico, rito de Occidente. Espacio medianero entre el filósofo y los astros. Mar de recóndita pureza cuyos secretos parecen desmenuzarse en arenas que nunca mueren. Su historia y su mitología, como alimento prodigioso de las estrellas, vive así ungida de la esencia de países remotos, o de sus siglos de mirada humana, para desceñirse en verdes corredores costeros donde se desnudan sus islas milenarias. Gemas de pureza que el agua inspiró.


*


Del pórtico de una nube surge su violáceo y anaranjado amanecer de raza y tierra. Su aparición es un nimbo vigoroso en ágil movimiento, donde el día y la noche tienen su memoria. Lumbre indómita de una genealogía sanguinolenta que luego acuchillará la pulpa azul del cielo hasta convertirlo en un ondulante recinto con escamas de pedrería. Desgajamiento de ocultas entrañas en ámbitos de hoz, que viven entre la grama de sus laderas isleñas, con una resucitada naturaleza de leyenda... Jónico, dócil andadura por la que todavía parecen discurrir los dioses entre el filo ardiente y posesivo del día. Tupida frescura helénica donde yo aguardo como un mendigo, en la irresistible ruta de mi peregrinación, la limosna espontánea de tu alborozo. Siervo soy que deposita en ti su tributo de acatamiento, y que vago en sosiego y soledad frente a tu henchida y rumorosa magnitud, siempre atrapado por el misterio que fluye de tu canto.

*


Jónico, cautiverio de Odiseo, plegaria de Ítaca, forjador de la corona de Corfú. Bosque y mar. Anhelo del camino destilado por la piedra entre efluvios remansados de olivos y naranjos, matizado por lejanas convulsiones de multitudinarios cipreses, y atrapado por patios de fruto y olor. Ámbitos de paraíso donde mana la llenura de las manzanas, de los quinotos, y los zarcillos de las parras con sus uvas de cobre... Mi Jónico es río de pasiones titánicas cuyas arenas poseen también el veraz testimonio de la historia. Y la primitiva fastuosidad de sus calladas horas alimentan el menesteroso predio isleño de mis fantasías. Y cuando se unge de las fragancias de la madrugada, ávido de confidencias, llama a los caminantes, o se abre en una inmensa corola de rutas y climas. No importa que los dioses pretendan luego arrastrar la luz de sus vigilias, porque él se queda recogido en tierra de luna, como un jardín consentido que comparte su tono con las rendidas aguas de la vida. Allí, en sus playas sonrientes, mis ensueños se quedan solos y aparte, persiguiendo sus designios secretos. Y abriendo el cáliz de mi palabra, tan sólo se insinúa mi pobreza de poeta, que sin él permanecería dormida.

*

Y soy propicio a sus tiempos de quimeras, a la pletórica marea de antiguas tradiciones con que mece la cuna de mi isla. Sé que de su insigne lecho impenetrable asoman los pórticos consagrados a Circe y Calipso, bullas de hechicería que rompen las olas. Magnolias abiertas entre los azules del mar, curiosas de todo origen. Goces de un perfume nuevo que una vez besaron los labios cansados de Odiseo, hundiendo los recuerdos del héroe en silenciosa cautividad... Jónico ya desdeñé mis anónimos días fugaces, la confusión quejumbrosa de mi pequeñez cotidiana. Y si al buscarte naufragara una noche entre el cabrilleo de las aguas que juegan con la luna, sé que tú acortarías el horizonte de mi salvación llevándome, a hurto de los hombres, hasta alguna de tus playas rasgadas por la trémula suavidad nocturna. Y del morir leal de tus oleajes, reverberantes como luciérnagas, partiría otra vez la balada remota y mitológica de tus siglos, el profundo susurro melancólico de tus ínsulas de las hadas, primigenios teatros de rocas, templos adormilados que pueblan las distancias, que es de donde vienen los encantamientos a posar su sonrisa sobre el náufrago que sueña. Fuerza jubilosa de la palabra, silencio mítico de mis visiones, legendario ceremonial de dioses, titanes y hechiceras.