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sábado, 1 de agosto de 2009

El optimismo también es poesía





Autor: Tassilon-Stavros




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EL OPTIMISMO TAMBIÉN ES

POESÍA



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Yo aspiro la fragancia del paisaje humano. Y no acaricio de la vida turbio escalofrío. No guardo recuerdo de mis ocasos materiales. Invalidar quiero la espadaña del dolor.

Mis tristes máscaras se quedaron mudas. Y restauro sueños en mi alegre patio de estío. Hoy mi naturaleza celebra jovial fiesta. Y al día gris de la locura arranqué su color.

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Yo abrí mi puerta como si tras ella oyese un carillón. En cauce de remanso dejé mi vida. Poblar pretendo un universo limpio. Valle de luz y júbilo que me aleje del anhelo nocivo.

Y de la hora antipática y gélida taché su luz lechosa. Del esquema aciago aparto la medida. Esquilmar pretendo el mapa de la locura. Y al atlas del mundo tomarle su pulso festivo.

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Yo relegué en tabla votiva los temores inútiles. Y de mi noche laberíntica huí sanado. Quiero ahogar en delicias mis fiebres. Y que los sudores fríos en vano supliquen muerte.

¡Ligero me siento! Y rencor no guardo al arco manipulador ni a su dardo envenenado. Hombres mueren sin amor verdadero. Vivir la literatura del egoísmo es vivir sin suerte.

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Yo creo que nuestros relojes depresivos se vician. Neurasténico segundero malogrado. Miedo tengo a la parálisis progresiva de la insensatez. Féretro de negro señuelo.

Y del alba busco sus paseos, cuando desazonado, navegar creo en un barco naufragado. Sin optimismo somos errantes seres, con puñales en el pecho. Velos tristes en un duelo.
 


La Palabra




 
 
 
 
 
 
 
Autor: Tassilon-Stavros






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LA PALABRA


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Palabra, refinado ingenio del suplicio, que de estado fervoroso se reviste. Crispación de la substancia idiomática. Principio de un mundo de misterio, al que arrancar queremos insignias y medallas, cuando, ingenuos e implorantes, nos devora la escritura.



Palabra, oficio desesperado, privada liturgia de diario, que, aunque dotada de la gracia de nuestro orgullo, también parte con gesto amoroso a la heredad de otros escritos. Canto balbuciente de delicia, esfera de arañas son las letras. Complacencia tan íntima, tan nupcial, es nuestra escritura, que, a veces, nos hiere con el valor imaginado de la pompa no reconocida.



Palabra, fuego de amor y odio, capaz del mal y del bien, que jamás castiga nuestra exaltación egocentrista. Gárgola inquietante, siempre sometida al horror de la crítica. La amamos porque vive retirada y sola, confinada en nuestro ocio, sobre atriles solemnes, ocultos en el desván faccioso de nuestros miedos. La escritura es un silencio desnudo, con púas que buscan tiempos heroicos.



Palabra, capitana de nuestras milicias precoces, que atraviesa, con su espada vieja, nuestro entusiasta ahogo. Caricia de inocencia, castigo de mortificación. Lápida que se pliega entre nuestros dedos temblorosos, al volcar en un texto esa pretendida arqueología de la distinción. La escritura tiene la piel bronca. Células de emoción en días profundos. Es el clima de nuestras penitencias, un espejo negro, en el que se reflejara un rigor de siglos, adorados en rudo crucifijo.
 
 

 

martes, 28 de julio de 2009

Puerta de la Luna






Autor: Tassilon-Stavros






 
 
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PUERTA DE LA LUNA


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Cuando mis suicidios de poeta alcanzan su aciago paroxismo deformado, se abre su puerta en el abismo de lo alto.

Tiene la luna el pentagrama de mis fiebres. Y su nacarada cuchilla es plácida herida de mis enfermas pulsaciones.

Lámina de mi atlas enloquecido. Y si mis verdades íntimas pierden su pudor, busco en ella la cadencia de su beso casto.

Siempre plateada en tiempo y en espacio. La llamo en voz baja cuando, lujurioso, caigo en mórbidas tentaciones.





En mis arranques de enamorado, anidan tras su puerta nuevos sacramentos. Ojo de esfinge en la pared oscura.

Náufraga del alba, que queriéndome orientar, me conmina, serena y nostálgica, y de la hora indecisa me arranca.

Poseo en la luna mis árboles del tiempo, la gangrena de mi vida. Esas horas asfixiantes de mi incurable locura.

Y en su belleza de virgen condenso esas tumefacciones, y esa pus que me consumen, violando con desasosiego su tez blanca.





Yo siempre he estado enamorado de la luna. Soy, de la noche, su hombre desnudo. Su espectro furibundo y suicida.

Mi indiscreción es de las que se pagan. Su silueta es mi aneurisma sin cura. Su aureola mi fanática obsesión.

En sus manchas negras, como fotografías macabras, oculto el relato patológico de mi dolorosa substancia constreñida.

Sería vano evitar que mi luna me envenene. Es mi zócalo albo. Mi flotante estrella. Y yo su ensimismado halcón.
 
 



Oleaje idiomático






Autor: Tassilon-Stavros






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OLEAJE IDIOMÁTICO


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Son como dulces y vitales ondulaciones, zigzagueo de un pulso inevitable
Tiene mi oleaje, en escritura vieja enredado, una locura "cordis" irremediable.

Palotes con intención de un fondo enfermo, embebecido corazón del lenguaje.
Y no quiero enviar mi idioma hacia una línea recta de muerte, firma sin bagaje.

Del lenguaje polícromo de la Naturaleza, a la que nadie enseñó, arranco gráficas.
Hermosos cardiogramas del adjetivo, alegres arrebatos del archivo de las métricas.

Son mis gestos espontáneos, pacíficos si se aceptan. Insoportables al destino escéptico.
Yo les ofrezco momentos de cortesanía, quizás al borde de lo definitivo y nostálgico.

Mis sístoles y diástoles poéticas no dicen nada capital. ¡Son mi tremulación auricular!
Firma semejan del viejo autor que muere. Postrer autógrafo. Poema que echa a volar.

¿He de domeñar ese prurito del adjetivo tigre? ¿A la palabra araña despatarrancada?
¡No! Y que cuelgue de un hilillo en el aire. Es mi felino encortinado entre la enramada.

Este amor no tiene cura. Ni la quiero. Y dejo en el repliegue estancado a mis enemigos.
Es oleaje de mi usufructo, mi recreo, mi nota de piano. Es mi sensibilidad sin remilgos.

Hay un vacío oscuro donde la pelusa procrea sus microbios. Un pozo sin voz, estancado.
Dudan del esfuerzo, obvian el arcano. Piden sangre como la del toro bravo despellejado.

Y sin reconocer mi sacramento poético, me escupen su sangre, ésa que, ¡ay!, sabe a tinta.
Siento el sabor a acero, la hoja del puñal, la pluma mojada en rojo. Y la amistad extinta.

Pero yo sé que si soy infiel al adjetivo, a mi oleaje en gotas, tiene mi sangre flujo exiguo.
Alcanzaré, pues, larga vida. Morirán los microbios, su color, y su mimetismo ambiguo.

La hora estúpida vive en casas sórdidas, en estado comatoso de orgullo y sueños vanos.
Minutos de la culpa en fríos tabucos sin sol, sin alba. Son como disfraces chabacanos.

Quiero la pulmonía antigua de otros pechos ciudadanos. Y es mi café de fondo híbrido.
Clamo contra la hora indecisa de las letras. Prenda sin belleza. Soy poeta fiel y rígido.

lunes, 27 de julio de 2009

Grecia


 
 
 
 
Autor: Tassilon-Stavros




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GRECIA


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Yo vivo un rito helénico sin cura, que renueva, de los pomos de alabastro, su fragancia
Y Clío, la de los dulces dones, me fecunda el llanto. La gangrena de mi intemperancia.
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Y de mis Musas, son sublime espero. Ansia de luz que ungen Cipris y Persuasión
Alma alocada soy entre estatuas. Cautivo en Templo azul. Fámulo de una misión.
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Yo tengo una visión de Grecia labrada en bronce, luz de promesas, diosa de tentaciones
Y tras Afrodita, palpito desnudo, ¡oh Voluptas!, opaco, meticuloso, entre emociones.

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Y cual alción de grandes alas, destellos busco del sol y de la espléndida luna
Muero si, ocultando las Pléyades, promedia cerrada la noche. Horas que roban mi cuna.
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Yo extirpo del lagrimal nostálgico, el carácter de mi enfermedad. Féretro de mi cerebro
Pero vivo en mi bosque helénico de silencio. En la ola del sueño. En la rama del enebro.
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Y no quiero lograr honor entre los hombres. ¡Cometería una falta ante mis divinidades!
Mi amor helénico no reposa en ninguna estación. Sirvo a Atenea. Amo mis debilidades.
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Yo me pierdo, púber, hijo feliz, en el dominio de Zeus, bajo el torreón de su riqueza
Y en la memoria de su primavera, que alborota la golondrina. Áurea ruta de firmeza.
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Y tengo por Patria el óbolo tirano de cuanto aprendí y medité. Del Elíseo, signo y rito
Voy en pos de la belleza. Grecia es un destino. Soy plagiario de su seno, su voz, su grito.
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Yo hago mi nido bajo el cielo combativo de Atlante. Pero esclavo soy de liras y poemas
Y arrollo a Mnemósine, la Memoria, breve luz. Dorio cortejo de mis cantos y emblemas.
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Y te busco en el curso del tiempo. Soy tu afán. El viento. Tu llave de cien años de vida
Soy tu ruego. Y busco tu mar, sin cambios en las velas. ¡Grecia, en dosel pítico tejida!
 
 
 
 

 


 
Ζω μια Ελληνική ιεροτελεστία χωρίς θεραπεία, που ανανεώνει, από τα αλαβάστρινα πόμολα, το άρωμά της Και η Clío, αυτή των γλυκών δώρων, γονιμοποιεί τα δάκρυά μου. Η γάγγραινα της ασυγκράτησής μου.
 

Και από τις Μούσες μου, είναι υψηλές ελπίζω. Λαχτάρα για φως που χρίζουν ο Κύπρις και η Πειθώ Είμαι μια τρελή ψυχή ανάμεσα στα αγάλματα. Αιχμάλωτος στον Μπλε Ναό. Famulus μιας αποστολής. 
 
 
Έχω ένα όραμα της Ελλάδας σκαλισμένο στο μπρούτζο, φως υποσχέσεων, θεά των πειρασμών Και μετά την Αφροδίτη, παλμών γυμνός, ω Βολούπτας!, αδιαφανής, σχολαστικός, ανάμεσα στα συναισθήματα. 
 

Και σαν ένα κομμάτι από υπέροχα φτερά, αναζητώ ματιές του ήλιου και του υπέροχου φεγγαριού. Πεθαίνω αν, κρύβοντας τις Πλειάδες, η νύχτα κλείνει κατά μέσο όρο. Ώρες που μου κλέβουν την κούνια. 
 

Αφαιρώ από το νοσταλγικό δακρυϊκό πόρο τον χαρακτήρα της αρρώστιας μου. φέρετρο του εγκεφάλου μου Αλλά ζω στο ελληνικό μου δάσος της σιωπής. Στο κύμα του ύπνου. Στο κλαδί αρκεύθου.
 

Και δεν θέλω να επιτύχω τιμή μεταξύ των ανδρών. Θα διέπραττα ένα σφάλμα ενώπιον των θεοτήτων μου! Η ελληνική μου αγάπη δεν ησυχάζει σε καμία εποχή. Υπηρετώ την Αθηνά. Λατρεύω τις αδυναμίες μου.  
 

Χάνομαι, εφηβικός, ευτυχισμένος γιος, στην κυριαρχία του Δία, κάτω από τον πύργο του πλούτου του Και στη μνήμη της άνοιξής της, που ξεσηκώνει το χελιδόνι. Χρυσή διαδρομή σταθερότητας. 
 

Και έχω για Πατρίδα το τυραννικό άκαρι όλων όσων έμαθα και διαλογίστηκα. Από τα Ηλύσια, σημάδι και ιεροτελεστία Πηγαίνω για την ομορφιά. Η Ελλάδα είναι προορισμός. Είμαι λογοκλοπή του στήθους της, της φωνής της, της κραυγής της.
 

Φτιάχνω τη φωλιά μου κάτω από τον μάχιμο ουρανό του Άτλαντη. Είμαι όμως σκλάβος των λύρων και των ποιημάτων Και κατακλύζω Μνημοσύνη, Μνήμη, σύντομο φως. Dorio ερωτοτροπία των τραγουδιών και των εμβλημάτων μου. 
 

Και σε αναζητώ στο πέρασμα του χρόνου. Είμαι η επιθυμία σου. Ο άνεμος. Το κλειδί σας για εκατό χρόνια ζωής Είμαι η προσευχή σου. Και ψάχνω τη θάλασσα σου, χωρίς αλλαγές στα πανιά. Ελλάδα, σε υφαντό Πύθιο κουβούκλιο! 
 



La Nereida y el Fauno






Autor: Tassilon-Stavros






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LA NEREIDA Y EL FAUNO


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Hijo del bosque entre abrasados delirios. Tallos en sombra que recogen mi gemido
Mimado por las Horas, las de los bellos cabellos, entre las violetas y crisantemos
Mas conmigo el amor no reposa. La envidia es mi tirana, el ansia mi rayo encendido
Primavera que alborota la Nereida. Tu voz es cítara, el rito de mis deseos blasfemos.

Soy como un zorro de artera mente, que, sin reparos, tus juramentos devorar quisiera
Impío fauno, grato a las diosas, que saciarse no puede, grácil Nereida, en tu eterno seno
Néctar ya aderezado en el hartazgo dañino y pérfido con que el mismo Zeus te poseyera
Y de pronto un sutil fuego me corre. Necio fauno el que se afana siendo un dios su freno.

Si en las cavernas de negra tierra oculta te hallaras, colmar podría mi motivo de locura
Tan sólo los dioses aman las trampas y engaños. Pero rehuyen las mansiones del Hades
Mientras el fauno, adivino del bosque, es ola aromática que penetra tu fértil donosura
Zeus tiene el poder de los cielos, y el zorro la astucia que fulmina sus minuciosidades.

He de ungirte con perfumes, Nereida del canto. Codicia son los favores que tú concedes
Sé propicia, cuando el flujo del deseo festeja mis entrañas. Soy yo tu fauno quejumbroso
En mi lanza tengo el vino de Ismaro. Mi bosque es coraza. Y mi tenso arco de mercedes
Las Horas a Zeus desvían. Soy tu Néstor divino. Tu lascivo Dioniso del bosque umbroso.