
"Espero que la salida sea alegre, y espero no volver jamás". Recogida en el dulce ahogo de aquellos perfumes mañaneros de su Coyoacán nativo, la pintora mexicana Frida Khalo, ofrece al mundo este último adiós apasionado, ya encaminada hacia la muerte. Inolvidable Frida, capaz de lanzarse a vivir sueños relindos, como espolvoreada de aquel chile verde picante, pero sabroso, que cantara Chavela Vargas con su voz rota, desgarrada por la edad.
Hayden Herrera
Frida se alzó como un águila incapaz de
pertenecer a nadie, supo mantener de manera admirable toda una vida de
dolores físicos, y toda clase de compartidos sufrimientos con el gran
pintor Diego Rivera, su marido. Y desde esa hondonada fascinante, aunque
inextricable, que confiere la eternidad, el rostro de Frida parece
también asomarse con un estremecimiento de felicidad y exclamar como
Hölderlin en su Hiperión: "Lloráis a los muertos como si ellos sintieran la muerte, pero los muertos están en paz"...
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Hayden Herrera

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