viernes, 19 de abril de 2024

MARTIN LUTERO Y LOS ENFRENTAMIENTOS DE LA CONCIENCIA CRISTIANA A CAUSA DE LAS INDULGENCIAS DE LEÓN X -1-

 


 

 

 

 

 

Autor Tassilon-Stavros









 

 

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MARTÍN LUTERO Y LOS 

 

ENFRENTAMIENTOS 

 

DE LA CONCIENCIA CRISTIANA 

 

A CAUSA DE LAS INDULGENCIAS 

 

DE LEÓN X

 

 

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El gran drama de la conciencia cristiana se desencadenó por un futil pretexto. En Roma ocupaba el Solio Pontificiio León X [Giovanni di Lorenzo de' Medici - Florencia, 11 de diciembre de 1475-Roma, 1 de diciembre de 1521], el hijo de Lorenzo de Médicis [en italiano Lorenzo di Piero de' Medici, Florencia;  1 de enero de 1449, Villa Medicea de Careggi, 8 de abril de 1492] tan Magnífico como su padre. Crecido entre la pompa y los refinamientos de Florencia del siglo XV, poseía las mejores cualidades del señor renacentista: la cultura, el buen gusto, el mecenazgo y la tolerancia. Habiendo heredado de su antecesor, Julio II, el Papa número 216 de la Iglesia [nacido como Giuliano della Rovere-Albissola Marina, República de Génova 5 de diciembre de 1443-Roma, 21 de febrero de 1513] una caja fuerte llena de dinero, no vaciló en dilapidarlo para restituir a Roma su rango de caput mundi. Llegó el momento en que las arcas quedaron vacías y para alimentarlas recurrió el Papa al tradicional y beneficioso sistema aplicado durante siglos. El 15 de marzo de 1517 promulgó la Indulgencia, o lo que es lo mismo, invitó a todos los fieles a rescatar sus pecados con una oferta de dinero.


Ningún consejero trató de disuadirlo. La curia romana había resuelto siempre sus problemas financieros, en caso de suprema necesidad, imponiendo aquella especie de peaje para el acceso al cielo. Los únicos que se oponían, o daban muestras del mal humor, eran los reyes, descontentos de ver el dinero de sus súbditos tomar el camino de Roma Pero León, hijo de banqueros, había previsto esta resistencia y la había solucionado garantizándoles una participación en las utilidades de la operación. Enrique VIII de Inglaterra y Señor de Irlanda desde el 22 de abril de 1509  [nacido el 28 de junio de 1491 en el Palacio de Placentia,-conocido como el palacio de Greenwich, fue un antiguo palacio real inglés construido por el entonces regente Hunfredo de Gloucester entre 1428 y 1433. Se construyó en la ribera del río Támesis, en Greewich, a las afueras de Londres- Fallecido el 28 de enero de 1547 en el Palacio de Whitehall] fue autorizado para retener una cuarta parte de la suma recolectada; poco más o menos otro tanto se concedió a Francisco I de Francia [Cognac, 12 de septiembre de 1494-Rambouillet, 31 de marzo de 1547]. 
 


Y en cuanto a Carlos I de España y a punto de convertirse en V del Sacro Imperio Romano Germánico [Nacido en Gante, en la provincia de Flandes Oriental- hoy Bélgica- 24 de febrero de 1500- Fallecido en Cuacos de Yuste, provincia de Cáceres, el 21 de septiembre de 1558], y que tenía también graves preocupaciones económicas, fue acallado con un anticipo de 175.000 ducados sobre lo recaudado en su país. A Alemania le fue reservado un tratamiento menos generoso porque carecía por aquel entonces de un poder central que pudiese negociarlo. 
 

El emperador Maximiliano I [Maximiliano I -Nacido en Wiener Neustadt, Austria, el 22 de marzo de 1459- fallecido en Wels, Austria,  el 12 de enero de 1519- Fue archiduque de Austria -1493-1519-, rey de Romanos -1486-1519- y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico​ -1508-1519], como todos los emperadores, contaba poco a pesar de los solemne de su título, no hereditario, sino electivo; y, por lo tanto, obtuvo solamente una recompensa de 3.000 florines. Más laborioso fue el acuerdo con la poderosa familia de los banqueros Fugger [en alemán: Die Fugger, un clan familiar de empresarios y financieros alemanes que llegaron a constituir uno de los mayores grupos empresariales de los siglos XV y XVI, siendo precursores del capitalismo moderno, junto con los Medici y los Welser de Augsburgo] que eran prácticamente los amos del país. Habían prestado 20.000 florines al príncipe Alberto de Branderburgo [en alemán: Albrecht von Brandenburg, nacido en Cölln, actualmente Berlín, el 28 de junio de 1490- Fallecido en Maguncia, 24 de septiembre de 1545], que los había revertido al Papa para obtener la investidura de Arzobispo de Maguncia.


León
aceptó que Alberto le restituyera a sus acreedores aquella suma a cuenta del producto de ls Indulgencia, y para darle la oportunidad de hacerlo le encargó la recogida de los óbolos de las diócesis de Maguncia, Magdeburgo y Hallberstadt. Como agente y  colaborador, Alberto nominó a un fraile dominico, Johann Tetzel  [
también llamado Johannes Tetzel, y apellidado Dietze, Dietzel, Tetzell, Detzel, Thizell, nacido en Pirn,-capital del distrito de Sächsische Schweiz-Osterzgebirge, situado en la región administrativa  de Dresde, en el estado federal-alemán de Sajonia- en 1460-1465- Fallecido el Leipzig el 11 de agosto de 1519], el cual se había distinguido ya en aquellos encargos. Era un propagandista  lleno de entusiasmo por el producto que tenía que vender: la Gracia; y para darlo a conocer había dado pruebas de un auténtico genio publicitario. Dondequiera fuese, con la ayuda del clero local se hacía acoger por una multitud que le escoltaba con cantos y banderas. Mostrando la bula de Indulgencia sobre un almohadón de terciopelo, ponderaba  al público sus virtudes redentoras. Un gran historiador católico, Pastor [Ludwig von Pastor, barón Freiherr von Camperfelde. Nacido en Aquisgrán, el 31 de enero de 1854-Fallecido en Innsbruck, el 30 de septiembre de 1928], que no puede ser sospechoso de simpatía protestante, decía:

 -"No hay duda de que Tetzel hacía pasar como doctrina cristiana la afirmación de que una oferta de dinero bastaba para lavar el pecado, incluso sin confesión ni arrepentimiento" Y afirmaba: "Según la opinión corriente, que la Indulgenza servía para cualquier pecado. Partiendo de estas premisas, Tetzel daba validez  al proverbio popular: -Apenas suenan las monedas en la caja del purgatorio, el alma escapa- Y el franciscano Miconio, impulsado seguramente por su rivalidad con los dominicos, después de haber escuchado a Tetzel, observó: -Es increíble lo que puede llegar a decir ese monje ignorante. Según él, el Papa tiene más poder que los apóstoles y los santos, y quizá más que Nuestra Señora-



En cuanto a ignorante, Tetzel no lo era más que muchos otros monjes que hacían la propaganda de la Indulgenza poco más o menos del mismo modo. Por lo tanto, la Historia no había tenido motivo para acogerlo entre sus protagonistas, y menos entre sus conspicuos, si el azar no le hubiese asignado a Sajonia como colegio electoral. Esta región, como consecuencia de una complicada herencia, estaba dividida en dos provincias: la Albertina, bajo la señoría del duque Alberto de Wettin [Grimma, Alemania, 27 de enero de 1443-Emden, Alemania, 12 de septiembre de 1500], y la Ernestina, bajo la señoría de su hermano Federico I de Brandenburgo [Nuremberg, 21 de octubre de 1371-Cadolzburg, cerca de Nuremberg, 20 de septiembre de 1440] Este último era un príncipe sabio y prudente en todo, excepto en la piedad, que lindaba con la beatería. Había liquidado su patrimonio para comprar reliquias de santos, de las cuales en todo el mundo se continuaba haciendo un indigno mercado desde los tiempos de los siglos oscuros, coleccionándolas por millares en las iglesias. Era uno de los pocos señores que no se oponían a la Indulgencia, encontrándole entera justificación. Aún más, se había servido de Tetzel en tiempos del Papa Borgia para caldear aquella bendita diócesis a fin de financiar una cruzada contra los turcos. Pero como la cruzada no se llevó a la práctica, Federico se negó a entregar el dinero a Roma y en su lugar lo destinó a aumentar la capacidad de la Universidad de Wittenberg. Entre él y el Vaticano se había producido una pequeña "guerra fría" que inducía a este príncipe devoto pero obstinado a prohibir el ingreso de Tetzel en sus dominios. 



Al saberse en Wittenberg que el fraile andaba por los parajes vecinos, muchos pasaron los límites del ducado para ir a su encuentro y procurarse la indulgencia y volver después muy contentos con el certificado de absolución. Sin embargo, algunos de sus adquirientes dudaban de su validez y fueron a mostrarlo a un profesor de teología, que descollaba en aquel entonces: Martín Lutero [en alemán: Martin Luther; Eisleben, Sacro Imperio Romano Germánico, 10 de noviembre de 1483-Eisleben, ibídem, 18 de febrero de 1546], que no quiso pronunciarse ni actuar como preceptista. Su negativa llegó a oídos de Tetzel, que lo denunció al arzobispo por indisciplina y rebelión. Lejos de amedrentarse, Lutero se preparó para defender sus puntos de vista. Los reunió en una "Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum", disputa sobre el poder de las Iindulgencias, dividida en noventa y cinco tesis o capítulos. Y el 31 de octubre, o quizás el 10 de noviembre, porque la fecha no es segura, del año 1517, la fijó en la puerta de la iglesia del castillo para que todos pudieran verla. Así lo afirma la mayoría de los histotoriadores, aunque según otros no fueron fijadas, sino enviadas a los obispos alemanes para su lectura.



De todos modos, el gesto no tenía en sí nada de revolucionario. Fijar las tesis era un viejo uso en las universidades medievales, que empleaban este medio para llamar la atención de la gente acerca de un debate de particular importancia. Y en el contenido tampoco había atisbos de rebeldía o herejía. Lutero decía que la facilidad con que se concedía el perdón disminuía la importancia del pecado convirtiéndolo en materia de fáciles comprimisos sin mayores trabas y alejándolo de la contrición y de la penitencia. No negaba la facultad del Papa de amnistiar al pecador de los castigos impuestos por el sacerdote, pero en relación con los infligidos contra el Señor, a base de una estancia en el purgatorio, el Papa no tenía poder discrecional para perdonarlos, sino una misión de intercesor por medio de sus plegarias, que podían ser o no escuchadas por el Omnipotente. Todos los cristianos pueden beneficiarse con la Redención pagada por Jesús al precio de su martirio, según decía Lutero, sin necesidad de una "recomendación" papal. Y agregaba que el Papa no puede ser considerado responsable
de las absurdas declaraciones que le atribuyen los predicadores alterando a la vez sus palabras y sus intenciones. Éstos, con su frenética inflación de perdones, terminan por desacreditar al mismo Papa exponiéndolo sin defensa a las insidiosas preguntas de los malos creyentes: "¿Por qué el Papa, en nombre del amor predicado por Jesucristo, puesto que puede hacerlo por una mísera limosna en dinero, no vacía de una vez el purgatorio y redime en bloque a las almas penitentes?"  
 
 


Lutero expresaba su deseo de discutir estos problemas por amor a la fe y con el propósito de esclarecer sus preceptos. Para evitar equívocos y malentendidos sobre su interpretación entre la gente poco experta en latín, tradujo al alemán las "Tesis" y dio al documento la más amplia difusión entre los tres mil habitantes de Wittenberg, enviando una copia al arzobispo de Maguncia. El gesto muestra lo lejos que estaba de prever las consecuencias de su polémica. Ésta, por el momento, quedó circunscrita a él y a Tetzel, que respondió con un documento titulado "Ciento seis antitésis", pero cuando su emisario llegó para difundir el texto entre los estudiantes de Wittenberg, éstos lo maltrataron y quemaron toda su "mercancía". Lutero desaprobó la violencia con palabras que traicionaban su satisfacción y replicó a las acusaciones de su adversario con un "Sermón sobre las indulgencias y la Gracia", que terminaba con estas palabras de desafío: "Puesto que los que me tachan de hereje son los que ven amenazada su bolsa con mi verdad, no me preocupo. Su reacción deriva únicamente del hecho de que no conocen la Biblia"
 
 

La réplica tuvo tanta resonancia en toda Alemania que algunos prelados de la Iglesia se sintieron obligados a intervenir Silvester Prierias [Silvestre Mazzolini de Prierio o Silvestro Mazzolini da Prieri; 1456, Priero- Provincia de Cúneo-1523, Roma] era un teólogo y fraile dominicano italiano que .publicó en Roma un "Diálogo" en el que sostenía ardientemente la absoluta primacía del Papa y la validez de sus Indulgencias], y Juan Eck [Johann Maier von Eck -13 de noviembre de 1486-13 de febrero de 1543], escolástico y teólogo germano defensor del catolicismo durante la reforma protestante, y vicerrector de la Universidad de Ingolstadt, compuso un "Obelisci" en el que indicaba a Lutero como un repartidor del "veneno bohemio"
 

Con ello, Eck  acusaba a Lutero de propagandista de la herejía de Jan Hus [Nacido hacia 1371 en Husinec (Prachatic-Reino de Bohemia-Sacro Imperio Germánico-Fallecido el 6 de julio de 1415 en Constanza, reformador y predicador considerado como  uno de los precursores de la Reforma Protestante. Sus seguidores fueron conocidos como husitas. Murió quemado en la hoguera] 
 

Lutero rebatió estas censuras con un opúsculo en latín "Resolutiones", redactado en un tono algo áspero, pero que nuevamente disculpaba al Papa y lo excluía de la diatriba, haciendo incluso su elogio: "Ahora que, finalmente, tenemos un pontífice excelente con León X, cuya integridad y sabiduría son del agrado de todas las personas de bien...", y agregaba con suprema habilidad: "... en una época confusa y corrompida como ésta, digna de Papas como Julio II y Alejandro VI..." Todavía más prudente era la carta que remitió a León, enviándole una copia de su opúsculo: "Beatísimo Padre, me ofrezco prosternado a los pies de Vuestra Santidad con cuanto soy en mí. Aprobadme o desaprobadme, llamadme  a Vos o rechazadme, como os parezca más justo. Reconoceré Vuestra voz como la voz de Jesucristo y no me negaré a ella" 
 

 
 
El Papa le tomó la palabra y lo llamó a Roma. Probablemente no tenía intención alguna de hacerlo terminar como Hus, porque tales métodos repugnaban tanto a su humanidad  como a su inteligencia, pero Lutero reflexionó que un hombre se podía matar sin necesidad de patíbulo, nombrándolo, por ejemplo, abad de un monasterio de la Urbe y dejándolo vegetar en él durante el resto de sus días. Sin embargo, el hecho de no presentarse constituía un gesto de insubordinación que implicaba una confesión de culpabilidad. Antes de decidirse, escribió a Giorgio Spalatino [Georg Spalatin, seudónimo adoptado por Georg Burkhardt, -Spalt, 17 de enero de 1484-Altemburgo, 16 de enero de 1545], capellán del duque Federico, para que se estableciera una ley que deberían suscribir todos los príncipes alemanes, por la que se protegiera a sus súbditos contra eventuales extradiciones en Italia a requerimiento de la Iglesia. Era recurrir al Estado, un Estado que en Alemania se identificaba con el Land {Tierra}, o sea con la región en vez de con la nación, pero que ya tendía al absolutismo. Federico acogió el ruego y lo transmitió al emperador Maximiliano para que lo decretase en nombre de toda Alemania. Maximiliano, probablemente, no comprendió su importancia, pero pensó que Lutero podía convertirse en una buena carta en el juego diplomático con Roma. Contestó a Federico aprobando su decisión y aconsejándole que "cuidara muy bien de aquel monje" Así, el conflicto salió del ámbito personal para mezclarse con las relaciones de la Iglesia y del Estado. Lutero iba a sumir por tanto el principal papel en aquellas circunstancias políticas, económicas y sociales, además de las espirituales, que a través de él llegarían sin duda a buen puerto.
 







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