martes, 28 de julio de 2009

Puerta de la Luna






Autor: Tassilon-Stavros






 
 
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PUERTA DE LA LUNA


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Cuando mis suicidios de poeta alcanzan su aciago paroxismo deformado, se abre su puerta en el abismo de lo alto.

Tiene la luna el pentagrama de mis fiebres. Y su nacarada cuchilla es plácida herida de mis enfermas pulsaciones.

Lámina de mi atlas enloquecido. Y si mis verdades íntimas pierden su pudor, busco en ella la cadencia de su beso casto.

Siempre plateada en tiempo y en espacio. La llamo en voz baja cuando, lujurioso, caigo en mórbidas tentaciones.





En mis arranques de enamorado, anidan tras su puerta nuevos sacramentos. Ojo de esfinge en la pared oscura.

Náufraga del alba, que queriéndome orientar, me conmina, serena y nostálgica, y de la hora indecisa me arranca.

Poseo en la luna mis árboles del tiempo, la gangrena de mi vida. Esas horas asfixiantes de mi incurable locura.

Y en su belleza de virgen condenso esas tumefacciones, y esa pus que me consumen, violando con desasosiego su tez blanca.





Yo siempre he estado enamorado de la luna. Soy, de la noche, su hombre desnudo. Su espectro furibundo y suicida.

Mi indiscreción es de las que se pagan. Su silueta es mi aneurisma sin cura. Su aureola mi fanática obsesión.

En sus manchas negras, como fotografías macabras, oculto el relato patológico de mi dolorosa substancia constreñida.

Sería vano evitar que mi luna me envenene. Es mi zócalo albo. Mi flotante estrella. Y yo su ensimismado halcón.