*************************************************************************************
Con el Cherokee parado en seco, Farid acabó sublevándose de nuevo contra Mónica con una mezcla de angustia y cólera. Se enfrascaba en sus consabidos desdenes mortificantes contra su pobre compañera, y se recreaba en aquel característico placer machista con el que tanto le gustaba hacerla sufrir.
-¡No sueltes nada, so gilipollas!. ¡Deja quieto el embrague y nada de darle a la primera marcha que aún nos vamos a tragar el wadi y todo lo que nos rodea!– gritó Farid exasperado- ¡Joder! Es que toda esta puta pesadilla no hace más que caer sobre mí como... como,... ¡Me cago hasta en el... ¡no no! No quiero blasfemar no sea que Al-ah nos ponga por delante más putaditas... Pero, tía, es que ya no me salen ni las palabras.
-¿Pero no acababas de decir que ahí enfrente teníamos el pueblo del Kaa?– se disculpó casi lloriqueando Mónica- Y estabas tan contento que hasta me has besado.
-¡Besitos,
besitos, no dejarás
nunca de ser una tonta romanticona, habibi de los cojones! Ya lo dije
antes, que a ti basta con darte un besito para que te "embales"
-¡Pero es que te quiero, y no puedo evitarlo!– se sinceró Mónica- Aunque, mira, a veces he pensado que en realidad tendría que mandarte...
-¿Mandarme, adónde, yonqui? ¿A la mierda? ¿O a tomar por...? Mejor me callo, porque eso aquí en Marruecos no es ninguna contrariedad, aunque sea doloroso - Farid lanzó una risotada, pero en seguida se le transfiguró el gesto- Bueno, pues que no se te ocurra ahora ponerte chulapona conmigo como decís en los Madriles, pedazo de farlopa viviente, porque como te dé el mono, te vas a joder sin que yo te endilgue un periquito más, y a ver cómo te las arreglas, sin mí. Ecco? ¿Es que no te enteras de que has calado el coche?
-Ha sido sin querer.
-¡Sin querer, sin querer,... anda y que te den...!
-Y tú ya has vuelto a llamarme yonqui. Y sabes muy bien que no puedo soportarlo.
-¡Pero si es lo que eres, joder, una yonqui de campeonato! ¡Una yonquimona! ¡Mira, se me acaba de ocurrir! ¡Yonquimona, hasta resulta divertido! ¡Y haz el favor de no venirme con más blandenguerías de tontita enamorada! ¡Uff, pero qué coñazo sois todas las tías! ¡O unas ñoñas apasionadas o unas petardas suicidas! Y si no, mira como ha acabado la Pato.
-Que no se hubiera liado con mi padre.
-¿O que no hubiera venido contigo a Marruecos?
-Eso...
-¡Anda que menudo viejo verde tu papaíto! A don sátiro aún le funcionaba el braguetazo, ¿eh? Lo único que quería era eso... Sexo, y luego le suelta una pasta gansa, pero la deja preñada. Y la muy idiota te acompaña hasta aquí con la idea de abortar, supongo... Se lía mientras tanto con el inesperado turista Andresito poniéndolo a cien. Se pega luego una hostia en la carretera, y en lugar de abortar, se va al otro barrio. Claro que la Pato también era una niñata tan requetebuscona como tú! Mucho chagrin y nada de bonheur como le dije a nuestro turista. ¡En fin, que Al-ah la acoja en su Yanna celestial... y si no vuestro don Cristo!
-¿Tuviste algo que ver con ella? - dudó Mónica con cierto aire de preocupación.
-Yo no, pero nuestro colegui Andrés, ¡ya lo creo! ¡Otra vez la quelconque con el parvenu!
-Déjate ya de tanto franchute. Pero... yo os vi a los dos... muy... no sé... en el mercado de Fez.
-¡En Fez nada!... - negó Farid airado.-
¡Nada de nada, me oyes, yonquimona! ¡A mí sólo me importaban las
naranjas de Valencia! Y la Pato se puso en plan muermo porque esperaba
formar parte del reparto y le dije que nanay.
-No me lo creo, porque también sé que eres un...
-¿Un
qué?... ¡A que te suelto una hostia! ¡Ya me estás cabreando, y ahora no
me vengas con otro de tus cuentos románticos, porque yo con la Pato ni
higos ni plátanos. A ti el amor te vuelve más "majara" que un periquito
¡Creo que un par de hostias de vez en cuando te sentarían muy
bien! Además, que mi bragueta no tiene por qué darte explicaciones de
lo que hace o deja de hacer. Y menos aquí, en medio de la nada, perdidos
en esta especie de jungla marroquí, sin saber dónde coño vamos a ir a
parar.
-Entonces, es verdad...
-¡Uff,
y ahora la escenita de celos en medio de toda esta mierda! Te voy a
tener que llamar tarada otra vez y no me gusta hacerlo.
-Pero tu me quieres, Farid. Y sabes que siempre estoy dispuesta a ayudarte en todo lo que me pides.
-¡Que sí, habibi, que sí, que te quiero...! Y también te pincho cuando estás con el mono, ¿no? Así que vale ya de tanta gilipollez, que no somos ni Romeo ni Julieta. Ecco? Y como continúes con este rollo, en Marrakech trataré de conseguirte un pasaporte de una manera o de otra, luego te facturo para Madrid, y Salaam-Aleikum, y Aleikum-Salaam. ¿Estamos? Pero de la guita de las naranjas valencianas olvídate, porque no vas a ver ni un céntimo,... que te quede claro...
-No me importa.
-Normal, como tienes a tu papá, que es don millonetis.
-No es eso. Pero por mí te puedes quedar con todo el dinero que consigas, si es que te dejan esos camellos que andan detrás de ti.
-¡Y de tí!, porque tú también estás metida en el ajo.
-Me da igual. A fin de cuentas, para eso vine a Marruecos, y Pato y yo te dimos el dinero de mi padre.
-¡Oye, ahora no me lo vayas a echar en cara, porque te has pinchado todo lo que te ha dado la gana gracias a mí!
-No te estoy recriminando nada... Pero yo por lo menos sigo a tu lado.
-¿Y qué podrías hacer si no?
-Y fíjate, que sin saber conducir, he conseguido traer este pedazo de tanque hasta aquí...
-Oye, habibi, tonta del bote, aquí el único que ha conducido he sido yo... Así que no te hagas ahora la Fast and Furious conmigo.
-Pero...
-¡Qué pero ni qué huevos! ¿Quién te ha ido indicando cómo darle a las manivelas? ¡Nos ha jodido la sabihonda! ¿A ver si te vas a creer que en una hora te has sacado el carnet de primera?
-Pero he conducido, ¿no? – exclamó satisfecha Mónica- Y te he traído hasta el Kaa ese.
-Vale, vale, habibi... No tengo más ganas de discutir, que el pie me duele tanto que el dolor me sube hasta los huevos.
-¿Y entonces qué hago ahora, Farid?
En general, se dice que el exagerado amor de una mujer es eso, sobre todo en personas como la frágil Mónica, que carecía por completo de preocupaciones espirituales, y por ello mismo su instinto apasionado se contentaba con esa especie de placer masoquista con que la crueldad natural de quien no sabe lo que es querer, como el brutal personaje que era Farid, la mortificaba unas veces entre risas y otras por medio de violentos estallidos de cólera. Pero Mónica le conocía bien. En el fondo no era más que un pobre majadero, un caso clínico de pedantería y de vanidad grotescas, pero tan rematadamente guapo, que lo adoraba con esa rutinaria idiotez de la ciega enamorada que creía que para que semejante pieza artística de hombre como Farid también la quisiera tenía que mostrarse frío, indelicado y, en el fondo, inmoral. Hasta ese punto llegaba también la mezquindad romántica y "masoca" de Mónica.
-¡Qué haces, qué haces!– la imitó Farid poniendo voz de falsete- ¡Pues conducir, niñata! ¡No vamos a quedarnos aquí parados como dos gilipollas esperando que se nos trague esta oscuridad, porque yo en el Cherokee no pienso dormir, ni permanecer despierto hasta que amanezca contemplando los guiños amorosos de las estrellitas marroquíes como dos cretinos atrapados en un cuento de las mil y una noches! Eso te encantaría, ¿verdad, "chorlita"? Marruecos, el desierto, la noche de romanticismo musulmán... ¡Pues ni lo sueñes, encanto! No estamos para esa clase de novelitas rosas de la época del Califato. Mira que te conozco, pedazo de...
-No, Farid, no vuelvas a llamarme yonqui, por favor...
-¡No se puede ser más cretina! Si eres tú la que personalmente te bautizas con el apelativo que tanto odias, pero que es con el que más te gusta darle a la lengua cuando no te pinchas... O, por lo menos, el único que te pega.
-Por favor, cariño...
-Oye, tía, te he dicho un millón de veces que no me llames cariño. Ecco! Te has pasado todo el camino llamándomelo. Y no lo aguanto. Yo no soy el cariño de nadie, joder. ¡Menudo jilguero tocapelotas!
-Pero tú siempre me llamas habibi, que es lo mismo, ¿no?
-No,
no es lo mismo. Y si te lo digo en árabe es porque me suena menos ñoño.
Y tú no eres más que una niñata remilgada, digna hija del cursi
marimandón de tu papaíto que tampoco es trigo limpio
-Farid, no discutamos más... y dime qué tengo que hacer, por favor...
-Vale, tampoco a mí me apetece más jarana de tipo amoroso... A ver, suelta el embrague... y... No. Espera, porque la verdad es que ese wadi me tiene un poco mosqueado. La última vez que estuve por aquí estaba más seco que un higo chumbo...
-A veces hablas como un andaluz.
-Es que también soy medio andaluz...
-Sí, eres muy gracioso... cuando te da por ahí- ironizó Mónica.
-Pues sí, habibi, que lo sepas, porque aunque nací en Tetuán...
-¿En Tetuán, no en Tánger?... Yo creí...
-En Tetuán, joder, nada de Tánger. Ecco? Y cuando mis padres la espicharon yo sólo tenía quince años, me colé en Melilla, y de allí pasé a Algeciras donde aguanté tres años con un tío..., bueno no sé si era tío o un primo lejano de mi padre, nunca me lo aclaró, pero el caso es que me trató a patadas, y luego volé a Sevilla, a Madrid, a Barcelona...
-Nunca me lo habías contado.
-Claro que te le conté... y más de una vez, lo que pasa es que con tantos periquitos como te metes tienes ese cerebro de mosquito atontado, y eres capaz de confundir Tetuán con Tánger y hasta con Estambul... Tú o te matas con una sobredosis o acabas con Alzheimer, créetelo... Y, para postre, luego, cuando volví a Madrid porque en Barcelona me las vi y me las deseé...
-Con la policía, seguro...
-Deja de hacerte la listilla, que me voy a cabrear. El caso es que encontré trabajo en una de las tiendas de muebles de tu padre de donde también por indicación del ricachón de tu papaíto me echaron a patadas... Sería porque tuve la desgracia de conocerte y liarme contigo, y luego, como último regalo, me endilgaste a tu amiga Patonia... Que menudo muermo de típa. ¡Esto es el Evangelio, tía!
-No digas eso... No fue una desgracia,... por lo menos no para mí.
-¿Qué no? Es una verdad más grande que el desierto del Sahara.
-A mí tampoco me gustó nunca mi padre. No tenía que haberte tratado tan mal.
-Lo único que sé es que desde entonces no ando más que metido en líos y si no andamos con ojo vamos a acabar mucho peor de cómo empezamos.
-Ya andabas metido en líos mucho antes de conocerme...
-¿Yo? ¿En qué líos ni en qué pollas? Estuve trabajando como un negro hasta que me echaron. Y en esos líos fuiste tú la única que me metiste, y de rebote la querindonga de tu amiga Pato que no sé por qué cojones tuvo la jodida idea de venirse a Marruecos contigo. Se podía haber quedado con el sátiro de tu papaíto, y por lo menos seguiría viva. Y ahora mira el regalo que tenemos en el maletero: un cadáver que ya empieza a oler... Así que vamos a dejarlo ya, porque no tengo más ganas de seguir ahora con rollos familiares,... que tú tampoco has sido nunca una santurrona... Y me importa un rábano que te acojones, porque voy a salir del Cherokee y echar un vistazo por ahí... aunque con esta oscuridad no sé qué coño voy a ver. Mira, dale a ese botón de ahí, a ver si se encienden los faros y logro llegar hasta el wadi... -Monica, temblorosa, le dio al botón- ¡Bien por los dos, se encendieron! Y ahora hay que asegurarse, no sea que acabemos metidos en un pedazo de charco inesperado, y a ver quien es el supermán que nos saca de ahí. Tú te aguantas, y te quedas en el Cherokee, y si el wadi está seco, sorteamos la hondonada, y carrera y manta hasta El Kaa.
-¿Y me vas a dejar aquí sola, Farid? – inquirió Mónica tremendamente asustada.
-¡Otra vez!... Pero venga ya, habibi, ¡no seas tan pedazo de "asna"! Aquí no te va a pasar nada. Nadie te va a comer. No hay tigres ni leones, aunque a lo mejor anda suelto algún mono buscando pareja y quiere ligar contigo, porque, como ya te he dicho antes, ahora eres una yonquimona- bromeó entre risas Farid.
-Cómo disfrutas burlándote de mí- protestó dolorida Móníca- Porque sabes muy bien que soy la única que puede aguantar tus cargantes modales de granuja. Nunca encontrarás otra que...
-¡Ni quiero!, ¿vale?... ¡Pero si es que eres un coñazo!
-¿Y por qué nunca me llamas por mi nombre,... y sin embargo, con Pato sí lo hacías?
-Porque
tú eres una habibi... Mi habibi... Y Pato no era más que Pato... una
Pato cualquiera.
-Si esperas que te crea...
-Esta bien,... lo siento. Pero repito que eres un coñazo, Mónica. ¿Te gusta más así?
-De
todos modos, no tienes por qué estar siempre riñéndome. Sabes muy bien
que yo me he pasado la vida desde que te conozco intentando
complacerte... y que tú eres lo único que me importa.
Esta vez Farid se mostró más comprensivo y una de sus brillantes sonrisas se unió a aquel cambio de su acostumbrada socarronería:
-Venga,
no te mosquees más que no estoy para sermones de enamorada... Si no te
va a pasar nada. ¿Dónde está tu espíritu aventurero a lo Ava Gardner en
“Mogambo”? ¿Te acuerdas cuando la vimos en Madrid cuánto nos gustó?... Y no creo tampoco que ningún elefante se haya escapado del Kilimanjaro y
venga aquí a
pisotearte. Mira, lo que
tienes que hacer mientras yo voy a inspeccionar el terreno, es
entretenerte mirando este fantástico cielo a ver si ves otro cometa,
porque -rió- ¡a
experta en ver visiones no hay quien te gane!
-Está bien, sigue con tus pitorreos- se resignó Mónica- Ya sé que no tengo más remedio que conformarme, porque contigo tampoco hay otro remedio posible. Pero ¿y si éste se espabila? – añadió nuevamente alterada refiriéndose a Andrés- ¿Qué hago? Es capaz de maniobrar el Cherokee, que para eso es suyo, y dejarnos aquí tirados.
-Oye, Mónica, que no me voy a Tanzania... Si volveré en seguida, el wadi está ahí mismo y antes de ponernos en marcha hay que asegurarse. Y si Andresito se despierta, trompazo al canto y va que arde...
-Ya me sales otra vez con tu andalucismo.
-Pues eso, que le des otro sopapo con...
-¿Con qué?...
-¡Joder, tía! ¡Y yo qué coño sé! Rebusca por ahí, en la guantera o debajo del asiento a ver si encuentras algo consistente para dejarlo grogui. Además, ya te he dicho que en cuanto crucemos el wadi, nos plantamos en El Kaa de los cojones. Andresito sabe muy bien que llevamos una muerta en el maletero...
-Pero si lo golpeaste antes de que se enterara...
-No me acuerdo. Así que da lo mismo... Mira, tía, por aquí ha parado el ventarrón, y hace un calor de mil demonios, me sudan hasta los huevos. Y hay que llegar cuanto antes a El Kaa porque mucho me temo que la Pato se esté descomponiendo, y hay que enterrarla en cuanto nos plantemos en ese pueblucho. Ya empiezo a notar el tufillo a cadáver... y no me gusta nada. ¡Ufff, hiede, tía, hiede...! Así que hay que correr... Tú quédate en el Cherokee y espera que averigüe si hay agua o no en ese puto charco... Con la luz de los faros por lo menos veré por dónde ando. Aguanta, que no tardo ni veinte minutos...- Cuando Farid salió del Cherokee y puso el pie en el suelo lanzó un gemido de dolor- ¡Joder, cómo me duele el puto pie! Si no fuera por eso ya estaríamos en el pueblucho de mierda. Espero que esa bruja que conozco me endilgue algún ungüento que me alivie el dolor. Y ahora, cojeando, sólo me faltaría darme una hostia con tanta vegetación... Esto es una selva, joder. ¡Tú, Mónica - recalcó su nombre- vigila que no se apaguen los faros!
-No tardes, Farid, por favor...
-Qué no, habibi...
-Farid, tengo un miedo atroz... ¡No te vayas a perder!...-"Anda y que te den, yonquimona" - masculló para sí Farid tratando de no tropezar con tanta maleza- "¡Hay que joderse con las tías!"
Mónica, bajo el sofocante calor de la noche, habiéndose librado a medias de los insectos ya que muchos todavía revoloteaban en el interior del Cherokee, pero no del hedor que partía del maletero, en aquellas horas de completa soledad, sumida en la sólida oscuridad de la anochecida, la ansiedad y el constante terror que le producían algunas nuevas picaduras de mosquitos, tuvo una especie de visión muy clara de que su fin, si Farid no daba pronto señales de vida, estaba ahora más próximo que nunca. Iba a morir sin duda entre aquel aislamiento espantoso. Pero no por ello dejaba de moverse constantemente tratando de repeler aquellas musarañas voladoras (productos quizá de su imaginación) que la aterrorizaban. Lanzaba gemidos constantes, se golpeaba rostro, brazos y piernas, y el calor era tan insoportable que el interior del vehículo parecía arder, y su piel se abrasaba en aquel fuego irreal entre el cual jadeaba asfixiándose Y a todo ello venía ahora a unirse una sed tan devoradora como los incansables y feroces insectos que la acosaban. Por un instante, creyó que lo mejor que podía hacer era volver a intentar poner el Cherokee en marcha aunque Farid, si aparecía como ansiaba con total desespero, acabase poniéndose como una furia. Encendió de nuevo los faros y como la pendiente no era excesivamente recta, recordó algunas de las instrucciones de Farid: encender el motor, quitar freno de mano, pisar con mucho cuidado el embrague o era la palanca de cambios, dudó temblorosa,... luego meter la primera marcha... pero era o no pisando el embrague... sí, si lo hacía con mucho cuidado... y quizás el Cherokee se pondría en marcha... pero ¿hacia dónde? Bajar aquella pendiente... ¿y a qué velocidad?... Si la carrera se producía con todas aquellas manipulaciones de las que no tenía ni idea, emprendería un recorrido incontrolable, o a lo mejor salía disparada, y el vehículo acabaría perdiéndose entre aquella negra frondosidad, una espesura que tampoco podría controlar, y hasta chocar quizá con algún árbol invisible más allá de la maleza, o hundiéndose en el wadi del que Farid desconfiaba. Podía, en efecto, tratarse de un pequeño río, y si el Cherokee acababa sumergiéndose... . ¡No, no, mejor no intentarlo! ¡Indudablemente era una locura! No,... no acababa de decidirse, mientras jadeaba como un animal exhausto. Se miró un momento en el pequeño espejo que ofrecía el parabrisas.Y se sintió mucho más aterrorizada porque la imagen que se reflejaba en el mismo parecía la de un rostro arañado y ensangrentado. No podía ser, todo aquello no era más que pura imaginación, ya que por mucho que la hubiesen picado los insectos, no podía mostrar aquel aspecto. Pero entonces, no supo cómo, o soltó el embrague, o le dio a la primera marcha, o.. ¡no tenía ni idea de lo que había hecho!, pero el Cherokee pegó una sacudida bestial, y viéndose casi despedida pendiente abajo, dio un chillido y por suerte atinó a apretar el freno, pero el Cherokee volvió a zarandearse y se encajó entre una enorme profusión de maleza. Tras el grito encendió los faros otra vez. Unos minutos más y habría chocado con el tronco retorcido y añoso de lo que parecía un olivo enorme..
La sacudida fue como un rayo invisible, como un estruendo fulminante que hasta para el conductor más avezado podría haber significado una fantasía difícil de imaginar. Siguió una pausa temblorosa por parte de Mónica, porque ahora, allí atrapada, tampoco tenía la menor idea de cómo hacer retroceder el Cherokee. Pero tenía que salir de aquella enmarañada trampa en que la tremenda oscuridad nocturna la tenía ahora como oculta, por si Farid aparecía más arriba, y no viendo allí el automóvil, se iba a pegar el mayor susto de su vida. Tendría que salir del Cherokee, internarse por entre los matorrales y aguardarlo sobresaltada esperando una de sus recriminaciones más feroces. Pero entonces aquel avance brutal del vehículo, que nunca pudo ser mayor y peor dirigido por aquella desesperada inexperta, ofreció la inmediata recuperación de Andrés que, alzándose en la parte trasera del mismo, se llevó ante todo la mano hacia la parte de la cabeza que había recibido el rabioso golpe que le había propinado Farid con la culata de la escopeta del dueño del chiringuito, dejándolo inconsciente. Tras la agresión había dormido profundamente durante aquella agitada tarde de huida enloquecida, y ahora trataba de comprender que podía estar sucediendo, ya no en el interior del vehículo, porque únicamente era él quien estaba allí, sino fuera del mismo donde tan sólo reinaban las tinieblas nocturnas. Lo primero que se le vino a la mente, aparte de imaginar dónde podría hallarse, fue tratar de adivinar quién demonios de aquellos dos descerebrados como eran Farid y Mónica había logrado conducir el Cherokee hasta aquel rincón perdido de la noche. Los mosquitos atrapados en el cerrado vehículo, donde el calor resultaba asfixiante, habían empezado a atacarle también. Pero lo peor de todo fue el tremendo hedor que además se concentraba insufriblemente en aquel encierro sorpresa. Pero Andrés no tardó en adivinar a qué se debía la inesperada fetidez intolerable que su olfato percibía. Tenía que salir del automóvil cuanto antes. Trató de empujar con toda fuerza una de las puertas traseras que chocaron con una gran profusión de ramajes. Pero una vez logró entreabrirla, se vio atrapado y arañado por la espesa maleza. Y cuando por fin pudo zafarse de aquella urdimbre de zarzas, comprobó que más allá se abría una pequeña pendiente liberada de la fronda. Estaba terriblemente sediento como si toda la cavidad bucal se hallase encartonada. En el exterior seguía el calor, anduvo unos minutos aunque estaba casi entumecido. Trató de equilibrar su vacilante paso bajo aquel inmenso cielo estrellado que, pese a todo, no ofrecía ni la menor posibilidad de reconocer y adentrarse en el terreno que pisaba.
-“¿Dónde se habrán metido esos dos cabrones?”- se dijo para sí Andrés- “¿Y cómo coño habrá ido a para el Cherokee hasta esa maraña? La yonqui no sabía conducir, y ese capullo de Farid, con el pie hecho mierda, no creo que haya podido traerlo hasta aquí... aunque de ese animal todo se puede esperar. A fin de cuentas, la prueba es que está atrapado ahí abajo. Y nada,... que esto sigue de mal en peor... Y esa loca desgraciada... ¿Habrán sido capaces de meterla en el maletero, porque la peste era...? Prefiero no pensarlo. Pero tengo que sacar el Cherokee antes de que esos dos bestias vuelvan a aparecer. Juraría que tenía una linterna en el coche, a no ser que..."
-¡¡La hostia!!- exclamó de pronto Andrés porque acababa de chocar con una perpleja Mónica que había salido de la oscuridad, trastabillando y lanzando un grito-¡Pero, tía, ¿de dónde coño sales?
-¡Me has asustado! Creí que eras Farid.
-¡Ni Farid ni hostias! Ese cabrón casi me mata con el culatazo que me pegó... ¿Y ahora qué coño ha pasado? Apuesto a que te ha dejado aquí tirada como una mierda.
-¡No!– negó Mónica, con tal decisión que no admitía réplica.
-¿No?...– observó frenético Andrés- Entonces, ¿por dónde anda ese capullo? Y tú por aquí deambulando como una gata perdida en plena noche. ¡Menuda gilipollas!... Oye, ¿no tendrás por ahí una botella de agua, porque la sed me está matando?
-No, y estoy tan sedienta como tú. Pero Farid tiene que volver,... lo estoy esperando, qué te crees, ¿qué me iba a dejar aquí tirada en mitad de la noche?
-De ése cabroncete puedo creérmelo todo... ¡Joder! ¿Pero cuándo coño se va a acabar esta pesadilla? – gritó el joven Cruz- Primero casi me dejáis en el sitio con... ¿qué fue?
-La escopeta del Mohamed...
-El del chiringuito... ya... ahora caigo... Y luego el Cherokee. Y no me vayas a decir que ha sido tu camello el que lo ha traído hasta aquí...
-He conducido yo... Farid me fue indicando lo que tenía que hacer...
-¿Tú?
– se asombró Andrés- ¡Menudo par de
majaras! ¡Si es que no estáis en vuestros cabales! ¿Tú sabes lo que os
podría haber pasado conduciendo ese bicho? ¡Estás
tan loca como él! Por eso no me extraña habérmelo encontrado atrapado en
esa
especie de selva... ¡Ah, putos mosquitos! – palmoteó Andrés- Nos van a
comer... Pero, ¿y ese cabrón dónde anda metido?... ¡Uff, tía necesito
agua!...
-Ahí enfrente hay un wadi – se disculpó Mónica.
-Pues no habrá más remedio que salir pitando y meter la cabeza en el agua...
-Farid ha ido a comprobar si está seco o no...
-No me extrañaría que esté más seco que mi boca.
-Luego seguíamos hasta ese pueblo del Kaa para...
-No hace falta que me lo digas... Lleváis a esa pobre desgraciada,... tu loca amiguita, en el maletero... Ya me dio el olor... Habrá que enterrarla ¿no? Pero seguís siendo dos descerebrados de mucho cuidado. ¡Casi nada! Un cadáver en el maletero, yo inconsciente de un culatazo ahí dentro, y jugándoosla hasta aquí... porque si os llega a detener la policía... ¡aunque ojalá hubiese sido así!, porque ahora estariáis los dos en chirona, y tengo entendido que las cárceles de Marruecos no son un hotel precisamente. Yo, por lo menos, me habría librado de vosotros. Pero, chica, a ver, ¿tú es que no te das cuenta de que tu Farid está como una puta cabra? Si casi me mata a mí también... ¡Vale, da lo mismo!... ¿Y dime? ¿Te ha explicado por lo menos cómo y por dónde se llega a ese pueblo de El Kaa?
-Farid me aseguró que en cuanto pasemos el wadi lo tenemos enfrente...
-¿Y si el wadi, en lugar de wadi es un río con
más agua que el Tajo? Bueno, por lo menos tendríamos donde saciar esta puta sed... suponiendo que el agua sea bebible... Es igual, será mejor dudarlo...
-Pero tu Cherokee puede vadearlo, ¿no?
-Eso espero, porque yo os dejo a los tres en ese Kaa de los cojones... Tres,... ya me entiendes, no hace falta que te diga quien es el tercero o la tercera... en este caso. Y luego me largo de una vez a Marrakesh, porque no veo la hora de perderos de vista, de escaparme de esta pesadilla en que ando metido desde que os conocí, y volver a Madrid. Porque yo no os sacó ya de más líos. Y os las componéis como podáis.
-¿Y nos vas a dejar tirados? – observó Mónica asustada- Ya sabes que andan detrás de Farid... Acuérdate de Fez....
-¿Qué si me acuerdo? ¡Joder!, ¡Claro que me acuerdo! ¿Cómo no voy a acordarme si casi nos matamos... como esa pobre chavala,... la loca de tu amiga? Pero, además, que yo tengo que volver a Madrid. No voy a seguir viajando con un descerebrado como Farid y tú una enamorada yonqui...
-No me insultes, por favor...
-Está bien, espero que logres desengancharte algún día. Aunque yo no voy preocuparme más ni por ti ni por tu camello... ¡Pero si es un asesino, joder! Si me llega a dar más fuerte con la culata de la puta escopeta del Mohamed me descalabra... Oye, mira, te propongo la mejor de las soluciones, deja a Farid, saco el Cherokee de ahí y...
-¿Y la Pato? ¿Qué hacemos con ella?
-Pues... algo habrá que hacer... – dudó Andrés.
-Además, yo a Farid no pienso dejarlo...
-Está bien, saco el Cherokee, y a ver si podemos llegar a ese pueblo suponiendo que de verdad esté cerca de aquí... Allí habrá que... bueno ya sabes... ¡Joder, estoy soñando con una buena cerveza helada! Y tú te quedas con tu Farid, porque yo me piro. No tengo ganas de acabar también entre rejas como más tarde o más temprano acabaréis los dos... Espero que una vez allí no haga faltar explicar lo sucedido con tu amiga, y que tu Farid se coma él solito el marrón. Ya veremos qué tipo de pueblecito es ese, porque como haya pasma, ya verás tú... Prepárate... Pero ahora hay que salir de aquí, porque en lugar de Marruecos parece que estoy en la selva amazónica. Nos están comiendo los mosquitos...
-Ya lo sé... Pero si enciendes los faros será peor.
-Tía, ¿eres gilipollas? No hay más remedio que encenderlos, si no a ver cómo coño voy a conducir. Además, tú eres la que lo ha metido ahí. ¡Y no se ve una hostia! Si hubieras buscado... creo que en la guantera llevaba una linterna.
-Yo no he visto nada.
-Porque ni siquiera se te habrá ocurrido buscarla... ¡Ahh,, joder, cómo me las tengo que ver!- suspiró Andrés- ¡Menudo viajecito me habéis dado! ¡Maldigo la hora en que se me ocurrió escoger Marruecos para hacer turismo!... Bueno, ahora voy a sacar el Cherokee de toda esa maraña... Y a ver si aparece ese cabroncete... Espero que el wadi esté seco... Por lo general, suele ser así... Aunque me quede sin agua... Lo atravesaremos,... que siga la puta aventurita, y que tu enamorado nos guíe hasta ese Kaa de los huevos.. Y a ti que no se te ocurra moverte de aquí, porque voy a arrancar el Cherokee...
-¿No irás a dejarnos tirados?- dudó Mónica.
-¿Otra vez con la misma monserga?... Aunque después de la que me habéis armado, tendría que hacerlo... Pero, ¿a ver dónde voy yo con el regalito del maletero y dos majaras como tú y ese traficante de tres al cuarto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario