Autor:Tassilon-Stavros
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SEVILLA
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Cuando,
en mi imperecedero sueño de civilizaciones, anduve hambriento de idílicas
visiones anheladas, me llegó una dádiva ajardinada, y una clausura nemorosa de
almizcates rematados por cipreses y palmeras desflecadas. Poder sugestivo de
una ciudad que aviva el agua, y donde el tiempo inmóvil guarda su espacio entre
una muralla de torres, adarves y barbacanas.
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Luego, a lo lejos, se solazó mi rito en un relieve mudéjar de noches de luna. Y tras la reja de mi ansiedad se complació mi doctrina en un retablo de árabes encantamientos. Eran los ojos de las fuentes, la ondulación pura del limonero y el naranjo, y el cobre verde de la tierra que concede vida a la abundancia arcaica de los tiempos... Sevilla es un paciente embeleso que prodiga su conjuro islámico, una alcazaba venturosa de alminares blancos.
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Y busqué sus rinconadas íntimas, y su apacible suelo
fosilizado en lo umbrío. Ahora la calle es un mundo. Un albo mundo hechizado
por el verdor de un río. Y un destello de cal como tejido de palmas, y una sosegada locura de zarcillos de flores, entre cancelas y espadañas. Remansos de
dulces sonrojos esmaltados que entre callejón y callejón, cornijales y
tejavanas, forman patios de calientes
claridades, en la carne de la piedra opulentamente entrelazadas.
Luego, entre aquel oleaje de lumbre y perfiles de cielo
amarillento, me encerré en su paisaje urbano, frente a sus fachadas de cimbras
y sus horadados montículos de frescos terrados. Y aspiré una mágica floración
pastoril. Templos de labrados cimborrios junto al fluvial verdor sedoso del
Guadalquivir. Y se perpetuaron sus revocos en un alabado cortejo de plazoletas y
alcaicerías... Sevilla es un custodiado sueño almohade, una ubérrima tā'ifa
de las morerías.
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Y si yo me atreviera a sellar
en ti mis voluntades, como el viajero que llega desde las rutas del Oriente,
buscaría del entono coral de tu raza mis nuevos himnos griegos. Y como las aves
se complacen en la obra de los cielos, permanecerían mis suspiros atrapados en
el culto que resisten, de los siglos, sus artísticos sortilegios. Hoy testamentos miniados en los frisos de tu Giralda con
la magnificencia de todos los Imperios.
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Luego vibraría mi voz como lo hicieran antiguas alabanzas a la vera del Éufrates, del Nilo y del Jordán. Y de tu antigüedad sin envejecer, cantaría en mil versos esa luminosidad de vigilancia civilizadora, tu modelación arcaica, tu vibrante linaje patriarcal. Y no me importaría así aniñarme, recogiéndome en tu islamita maternidad, porque de mi culto serías maga y doncella deseada... Sevilla es un refugio configurado de Bab al-Ramla, de Bab Tyrana y de Bab Maqarana, una Torre del Oro junto a su río, donde vuelven sin llegar del todo sus orillas encarnadas.
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Y ya aferrado a una nueva ansiedad, correría mi emoción histórica por las alborotadas sendas de cuantas culturas te precedieron. Andaduras insaciables de las jornadas Cesáreas y Visigodas. Cetro de Oro y bronce entre Itálica y Spalis. Y del musulmán báculo coránico del Al-Ándalus mágica pupila triunfal... Sevilla es un delirante hechizo de los trece aromas del Islam, un ropaje tentador de las doce gemas del milagro Califal.
",,, ¡QUE YO TE VOY A LLEVAR CONMIGO A LA FERIA DE SEVILLA!" ... TALEGÓN DE CÓRDOBA Y MERCHE ESMERALDA CON LA MAGNIFICENCIA DEL TARANTO. ¡¡¡SUBLIMES!!!!