domingo, 23 de agosto de 2020

CRISTOBAL COLÓN: "Sus verdades" -I-



 

 

 

Autor: Tassilon-Stavros



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La caída de Constantinopla con la invasión turca cerró a Europa los caminos del Mediterráneo oriental y la obligó a volver sus ojos hacia el oeste. En la fantasía popular y supersticiosa de los siglos oscuros, el oeste era la inmensa extensión de aguas que se esparcía más allá del estrecho de Gibraltar, las llamadas "columnas de Hércules", que señalaban el límite del limitado mundo conocido. Quien pasaba más allá no regresaba nunca, como si accediera al hundimiento de un averno terrorífico que naturalmente amenazaba el último  horizonte de la Tierra, devorado por los torbellinos monstruosos de un mar inaccesible y fagocitador.

¿Que ocultaban en realidad esas simas eternamente batidas por los oleajes? ¿Hasta donde se extendían sus orillas ignotas e impredecibles? Durante siglos, [hasta los pueblos bárbaros del Norte, que siempre creyeron en la horizontalidad mortífera del las tierras que se extendían más allá de sus acantonamientos tribales, como los más civilizados del Mediterráneo], a estas inquietantes y siniestras preguntas se habían dado las más extrañas y fantásticas respuestas.

Durante muchas centurias, filósofos, teólogos y hombres de ciencia habían sostenido, aún sin razonarlo de manera plausible, que el Océano -como en la Antigüedad se llamaba el Atlántico- no era navegable, por tratarse de un gigantesco y terrorífico mar azotado por tormentas y corrientes apocalípticas imbatibles. Pero precisamente fueron los ignaros normandos de la brumosa Escandinavia quienes, en el año 986, se atrevieron a llegar hasta las costas de Groenlandia. Y en el año Mil, repitiendo la empresa, descubrieron un nuevo continente, más allá del estrecho de Bering; mas, como lo hallaron desierto, volvieron otra vez proas -se supone- hacia los fiordos de donde habían salido. Estos hechos, contados en las sagas nórdicas, no hallaban mucho crédito en Europa.

Pero encendieron la fantasía de un joven marinero genovés que, en sus viajes, se había acercado a las costas de Escandinavia, de donde zarparan quinientos años antes las naves normandas. 

[Fotografía de la casa donde se supone que vivió Cristóbal Colón durante su infancia en Génova en 1455] Se llamaba Cristobal Colón [Cristoforo Colombo] y aunque sus orígenes son discutidos, los historiadores más expertos se inclinan por centrar su nacimiento en Génova, posiblemente en 1451, aunque una investigación reciente estima que, por el contrario, nació en 1446. Sus padres serían Doménico Colombo -maestro tejedor y luego comerciante- y Susana Fontanarossa. De este matrimonio nacieron cinco hijos, y  dos, Cristoforo y Bartolomeo, sintieron la llamada del mar desde muy jóvenes. El tercero, Giacomo, fue el único que aprendió el oficio de tejedor. Respecto a los dos restantes, Giovanni murió adolescente y la única mujer de una familia de varones no dejó rastro.​ 

Existen actas notariales y judiciales, como el mentado testamento de su hijo, Cristoforo, en donde afirma la oriundez genovesa de su padre, que defienden esta tesis. Además, el mismo Colón declara ser genovés, en el documento denominado "Fundación de Mayorazgo" él menta "della salí y en ella nací" Se da por cierto, entonces, que nació en Génova hijo de una pobre familia de tejedores judíos emigrados de España a Liguria y convertidos al cristianismo. Por ello, según se cuenta, cuando Cristoforo era niño, su padre -para escapar de sus acreedores- hubo de trasladarse a Savona, en Liguria, donde halló trabajo como tabernero.



[El citado documento se declaró como falso o apócrifo, hasta que otros investigadores, a principios del siglo xx encontraron en el "Archivo de Simancas" documentación que, según ellos, mostraba la autenticidad de esta declaración. Dicho escrito fue hallado en 1925 y contenía todas la firmas y sellos pertinentes, que fueron validadas por una comisión especial que ratificó la credibilidad del documento expedido el 28 de septiembre de 1501] Las precarias finanzas de Doménico Colombo le impidieron dar una educación a sus hijos que, una vez en los umbrales de la pubertad, embarcaron como grumetes en una vieja nave mercante.

En 1471, Colón fue ascendido a capitán. Cinco años después, su nave, cuando iba rumbo a Lisboa, fue asaltada y hundida por unos piratas berberiscos. Cristóbal se salvó de milagro, nadando durante seis horas agarrado a uno de los maderos que habían quedado flotando tras el naufragio. Llegó a Lisboa, pero, tras muchas vicisitudes y trabajos, siguió navegando de nuevo por algunas partes de las costas de Europa hasta 1477. 

Y, parece ser que, ese año, llegó hasta la muy lejana Escandinavia, [la Scania, como la llamaron los romanos, al norte de Germania] Fue en esa ocasión, perdido entre las frías brumas portuarias del poco acogedor Norte, oyó hablar en las tabernas de las empresas transoceánicas que quinientos años antes efectuaran los terribles habitantes de los fiordos conocidos por vikingos [el historiador romano Plinio los llamó "ingvceones"] Colón nunca creyó que éstos amenazadores navegantes, famosos por sus sangrientas y devastadoras "razzias" ("incursiones") en todas las costas norteñas (Dinamarca, Inglaterra, Irlanda, Normandía francesa, y Galicia española), hubieran descubierto un nuevo Continente. Más bien habrían hallado la ruta occidental que, según se suponía entonces, era el peligroso derrotero que conducía hacia la India y la China, el modo más factible de eludir la barrera otomana de la Constantinopla conquistada por los habitantes llegados de  de las estepas del Asia Central, en el Turkestán, los "Turcos".

Mientras navegaba, en los ratos de ocio que podía arrancar a sus duros trabajos en la mar, había leído el "Imago Mundi" ("Imagen del mundo") del  geógrafo y teólogo francés Pierre d'Ailly [Compiègne, 1351- Aviñón, 9 de agosto de 1420] La obra de d'Ailly consideraba que existía una simetría en la configuración de los continentes, lo que influyó al marinero genovés (que estaba en posesión de una de las ediciones del "Imago Mundi", impresa en Lovaina hacia 1483, la cual, años después, acabaría motivándole a embarcarse hacia las Indias) [La teoría de la "Imago Mundi planteaba que existían cuatro continentes, dos en el norte y dos en el sur, o bien, vistos desde otra perspectiva, dos en el este y dos en el oeste. Esto daba como resultado un continente al norte, que era Europa; y otro al sur, que era África, ambos en el lado este del globo. Del lado oeste se encontraba otro continente al norte, que era Asia; y la otra extensión de tierra debía encontrarse al sur. Sin embargo era un continente desconocido. [Continente que encontraría Cristóbal Colón. Por ello mismo, el visionario navegante siempre consideró que había navegado en aguas australes, es decir, al sur del Ecuador, creyendo a pies juntillas que en realidad había llegado al sur de Asia]  Los diversos biógrafos de Colón refieren que fueron estos cálculos los que engendraron en el esperanzado nauta genovés la idea de desafiar al amenazante Océano.



Cristóbal, que tras el naufragio y su llegada milagrosa a Lisboa, tuvo difíciles trabajos y navegaciones, acabó estableciéndose en la capital portuguesa. Allí escribió a su rey, Joâo II de Portugal, una misiva: "Muy alto Rey, Dios, nuestro Señor, milagrosamente me envió acá porque yo sirviese á Vuestra Alteza; dije milagrosamente, porque fuí á aportar á Portugal, á donde el Rey de allí entendía en el descubrir más que otro, él le atajó la vista, oído y todos los sentidos, que en catorce años no lo pude hacer entender lo que yo dije”. En realidad, lo que esperaba de Juan II era que le proveyera de tres embarcaciones ligeras, altas y largas, llamadas carabelas, para hacerse a la mar Atlántica, subrayándole las ventajas que se derivarían para la fe cristiana de la conversión de los indígenas de Asia, pues estaba completamente seguro que lanzándose a la aventura oceánica jamás llevada a cabo por ningún navegante europeo, arribaría hasta los litorales del sur asiático.

Joâo II (Lisboa, 3 de mayo de 1455 – Alvor, 25 de octubre de 1495) fue llamado con el apodo de "el Príncipe Perfecto", pero si en algo sobresalía de verdad era por tratarse de uno de los monarcas  más beaturrones de Europa, y jamás habría trasladado cualquier tipo de interés al terreno temporal y mundano con daño del espiritual. Y para sus contemporáneos también fue conocido como "el Tirano" En esa época se gestaban una serie de disputas entre Portugal y Castilla sobre el control del mar. Se estipuló un convenio conocido por "Tratado de Tordesillas", [la villa situada junto al río Duero en la provincia Valladolid], firmado por el rey portugués y los Reyes Católicos de España, el 7 de junio de 1494. Este tratado, que definía el meridiano de Tordesillas, establecía que Portugal se quedaría con la zona este del mundo, mientras que Castilla y Aragón se encargarían de la exploración de la mitad oeste.  

Joâo, en cuanto recibió la petición de Colón la sometió a una comisión de geógrafos que la juzgaron inaceptable, porque, en su opinión, la distancia entre Portugal y el extremo oriental de Asia (que en aquellos tiempos nadie podía llegar a sospechar que se hallara separada de Europa por otro Continente) era muy superior a la indicada por Colón. El navegante se dirigió entonces a su ciudad natal, Génova, y a Venecia, pero ambas Repúblicas marineras le negaron toda clase de ayuda, considerándole un demencial visionario cuyas ideas sobre el Atlántico y su posibilidad de recorrerlo, sin posibilidad de éxito, parecía imaginada tan sólo como un escenario de trotamundos sin futuro. Colón, para el obtuso mundo europeo de la época y para sus correligionarios, vivía en una especie de paroxismo visionario como enfebrecida prédica de marineros desesperados. 

                                                                 [Venecia, 15 de septiembre de 1254]
Italia, especialmente, había olvidado al parecer todo tipo de representación adecuada a su verdadera fuerza aventurera, aquella que había llevado al mercader y viajero veneciano Marco Polo a realizar su odisea hasta el Asia Oriental. Su padre Niccolò Polo y su tío Maffeo Polo ya habían viajado por Asia donde aseguraron haber conocido a Kublai Kan. En 1269 ambos regresaron a Venecia, e iniciaron un siguiente viaje comercial a Asia, esta vez llevándose con ellos a Marco. Visitaron Armenia, Persia y Afganistán, itinerario conocido como "Ruta de la Seda", hasta llegar, finalmente, a Mongolia y China. Marco Polo, según futura narración, afirmó que había permanecido 23 años al servicio de Kublai Kan, emperador de Mongolia y China, llegando a ser gobernador durante tres años de la ciudad china de Yangzhou, hasta su vuelta a Venecia en 1295, incluyendo también escapadas comerciales a Génova.
 [Tánger, 17 de rayab de 703(25 febrero 1304-Marrakech 1377]
[Probablemente Marco Polo desconocía la gran aventura de Ibn Battûta (ابن بطوطة), viajero y explorador de la época de la dinastía Merini, nacido en Tánger -Marruecos- el 17 de rayab -séptimo mes del calendario de la hégira lunar- del año 703, correspondiente al 25 de febrero de 1304 y muerto en 1377. Fue el más conocido de los grandes viajeros musulmanes; su rihla o periplo por el Oriente duró veinte años. Fue una auténtica odisea que  él mismo relató con todo detalle en una crónica dictada al estudioso historiador, poeta, y jurista granadino Ibn Yuzayy (Granada 1321-Fez 1357) a instancias del sultán marínida (o benimerín), clan de las tribus berberes de Banou Merin, que habían tomado Meknes en 1245 y Fez -donde establecieron su capital- en 1248, aunque, finalmente, se apoderaron también de Marrakech en 1269. Prácticamente todo lo que se sabe de la vida de Ibn Battûta (ابن بطوطة) procede de esta narración contada a Ibn Yuzayy, que, aun siendo fantasioso o exagerado en algunos puntos, es el retrato más fiel que existe de la parte del mundo que el viajero recorrió en aquella nebulosa época. En su viaje cubrió una distancia mayor que la de su contemporáneo Marco Polo, recorriendo en total el oeste, centro y norte de África -especialmente Egipto-, parte del sur y el este de Europa, Oriente Medio, la India, Asia central, el sureste asiático y China]
Génova, desde 1283-1284- se hallaba en guerra con otra gran rival, la República de Pisa. El conflicto se recrudeció significativamente y Marco, hallándose de vuelta en plena refriega, fue capturado y encarcelado por los genoveses. En sus días de cárcel, que se extendieron hasta más allá de 1298, coincidió entre rejas con el escritor pisano Rustichello de Pisa, encarcelado por los genoveses, tras la batalla naval que tuvo lugar cerca del islote de Meloria, frente a Livorno, en la que combatieron la flota de la República de Génova con la República de Pisa. El enfrentamiento, en 1284, marcó el final definitivo de Pisa como potencia marítima en Europa. Marco relató sus fabulosos viajes a su compañero de celda que fueron el tema del libro conocido en principio como "Le divisament du monde", "Livre des merveilles du monde", o "Il Milione" [escrito en lengua franco-véneta]

Liberado en 1299, Marco Polo se convirtió en un rico mercader y miembro del Gran Consejo de la República de Venecia. Murió el 8 de enero de 1324 a la edad de 64 años, y lo enterraron en la iglesia de San Lorenzo de su ciudad. Fue precisamente ese relato de sus viajes el que inspiró a Cristóbal Colón,  que poseía un ejemplar del libro cuidadosamente anotado.
Joâo II, había consultado la oferta de Colón con tres expertos: el obispo Diego Ortiz y los judíos maese Rodrigo y maese Vizinho, los cuales dieron una opinión negativa, y tras ello, naturalmente, el monarca rechazó la proposición del visionario navegante. Corría 1484. Pero el rey portugués, aunque beato e incrédulo, era también exigente y meticuloso. El ofrecimiento del genovés siguió creando los correspondientes comentarios en la corte, en especial entre los típicos palaciegos escépticos y maliciosos. ¿Había cometido un error su rey Joâo rechazando la propuesta de Colón? Quizás por eso otros exploradores sí fueron autorizados por el rey portugués a navegar hacia el Atlántico Occidental, con peticiones de dinero o privilegios mucho más modestos que los que al parecer exigió Colón. Aquel año el madeirense Fernao Domingues do Arco fue nombrado capitán de una tierra que afirmaba haber descubierto hacia el oeste, y, dos años después, en 1486, el navegante de origen flamenco Ferdinand van Olmen logró permiso para navegar desde las Azores hacia poniente para explorar y conquistar la, inicialmente ilusoria  y después real, "isla de las Siete Ciudades" No hubo ninguna recomendación de prudencia con respecto a este descubrimiento, muy al contrario los portugueses exultaron porque el dictamen fue que no se trataba de una sola isla grande, sino con toda probabilidad de un archipiélago o incluso de un continente ("Terra firme")

El cronista español del siglo XVI Bartolomé de las Casas que relató varias expediciones transatlánticas anteriores a la llegada de Colón al Nuevo Mundo en 1492, mencionó a un Hernán de Olmos, que muy probablemente fuera van Olmen, y escribió de él que "había dirigido una exploración hacia el oeste de Éire (Irlanda)".
Después de tales fracasos, rechazado por banqueros, armadores y grandes mercaderes en cuyas manos se encontraba en realidad gran parte de las riquezas no sólo de las Repúblicas de Génova o Venecia, sino también de las diversas naciones de la Europa del siglo XV, el navegante Cristobal Colón, que estaba destinado a sorprender la incredulidad de cuantos países había visitado hasta entonces,  pasó a Castilla, según las crónicas, entrando por el Puerto de Palos, en Huelva, hacia finales del año 1484 o comienzos de 1485. De acuerdo con dicha versión, allí pernoctó con su hijo Diego, de temprana edad, y luego alargó su estancia en el vecino monasterio onubense de "La Rábida", donde fue acogido por el franciscano fray Antonio de Marchena (gran entusiasta del estudio del universo y la astronomía, apodado por ello "el estrellero"), con quien entabló, en pocos días, una gran relación amistosa y un especial ascendiente entusiástico. Allí conoció también a fray Juan Pérez, que se convirtió después en su mayor amigo y confidente, al confiarle Colón sus planes.

[Entre 1479 y 1480 Cristóbal Colón había contraído matrimonio con Felipa Moniz o Felipa Perestrelo, hija del colonizador de Madeira, Bartolomeu Perestrelo. La boda tuvo lugar presumiblemente en Lisboa. Una vez casado vivió en Porto Santo, una pequeña isla situada a 43 kilómetros de Madeira (Muchos años más tarde, Colón escribiría que en las playas de Porto Santo vio objetos arrastrados desde Oriente, incluso un cadáver con rasgos asiáticos. Esto es, sin embargo, improbable porque las corrientes dominantes en esa zona son de norte a sur, no de oeste a este) El matrimonio no tardó mucho en trasladarse a Madeira, y se supone que desde allí Colón navegó a las Azores. Su esposa Felipa, de la clase alta portuguesa, le abrió las puertas para la preparación de su ansiado y casi delirante proyecto de viajar más allá de las aguas atlánticas.​ En 1480, del enlace nació un único hijo, Diego Colón, que lo acompañó desde niño en su periplo por España]
                                                         [Palmera que plantó Critóbal Colón en la Rábida]









































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