domingo, 15 de enero de 2017

Rodas-[Ρóδος]








Autor: Tassilon-Stavros


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RODAS [ΡΟΔΟΣ]



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Rodas como un cobre verde y recremado. Isla de ritual prodigioso que resiste los siglos. Afanes de los hombres que no dejaron de hurgar en los pasadizos de la historia. Sangre, carne y forma que promovieran ansias de civilizaciones y pasiones filosóficas. Mar que se desmenuza en arenas que exhalan seculares cadencias. Murallas que guardan ritos clásicos de helénicas memorias.
 
 

 
 
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Rodas cincelada por ráfagas de acero, aletazos de mantos, humos de sacrificios e imágenes de dioses. Y tras los escudos candentes de la humanidad y sus pasos terrenales, recibiendo su olor, su relente y su luna, platean escarchadas las sepulturas de sus infinitas vanaglorias. Purezas perdidas, triunfos dormidos, ansiedades de la tierra que se quedaron entre los ecos de las piedras.
 
 
 
 
 
 
 
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Rodas cuando el sueño me lleva hasta ti, hasta lo hondo de los tiempos, trato de desceñir el misterio de las criaturas que te poblaron. Y arribo hasta los campos que se acercan al mar. Y ya encerrado entre tus paredones, terrados y bóvedas, me dejo ungir por las vidas lugareñas, que en mi imaginación se truecan en tránsitos de quimeras y aventuras. Revelación de ecos que transportan, hasta los últimos rasos de la noche, de inquietudes históricas sabedoras, el  recuerdo indeleble de un Coloso bruñido de fuego y celeste soledad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Rodas, tú que aún recoges de la cúpula de los cielos la dulce evocación de las noches helénicas, y te mantienes como excelsa dádiva del Egeo. Embebido de estas emociones de humanidad donde tu historia, casi inmóvil, guardó su eternidad, seguiré guareciéndome en tu pasado, soñador y nostálgico entre una persistente conciencia de gentiles encantamientos. Inquietud de categórica conciencia estética que no se queda atrás en el tiempo con su lento reloj de arena y sus granos diminutos. 


 
 
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Rodas, cuando de nuevo mi afán, en la orgía de tu luz, corra libre como las olas y con mi esclavitud de niño escondido en tus secretos, silencios interiores de vidas cobijadas en los ritos seculares, no dejes que envejezcan mis sueños, porque he de seguir cruzando tu umbral alimentado de dulce abundancia. Y en el pregón de tus costas, orillas del cielo, recobraré tu arcaico mosaico de columnas, tu júbilo de templos, tus resucitadas enseñanzas que alzaron sobre la plenitud de los tiempos su tribuna. Sabidurías proféticas de civilizaciones que a la aniñada maternidad del mundo arrancaron de su cuna.

                                                    
 
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Cruzados tus muros insignes, tu ciudadela y tus portales de bronce, recojo de ti todas las brisas que aletean en tu paz azul. Y de súbito ruedan sobre mis sueños tus tierras frescas, violetas y encarnadas, tus macizos de fortalezas que otean arideces abruptas, tu solar de reyes, filósofos y profetas, los lujos envidiados de Turquía. Y como un manto esparcido que floreciera en las noches de tu tierra, tu serenidad clásica te proclama como regalada ninfa de la luna.